Y Jesús se metió en el bote (Parte 3)

     Estamos en medio de la tormenta, viendo lo que podemos aprender de éstas, tomando como punto de referencia la historia de Jesús y sus discípulos en la barca (Marcos 4), camino hacia “el otro lado”, el lugar donde Jesús les dijo que fueran. 

Jesús se metió en el bote de los discípulos. Más aún, al encarnarse, podemos decir que el hijo de Dios se metió en el bote de la experiencia humana. Y estoy convencido que todavía está interesado en meterse en nuestro bote.                                      

Vemos también algunos paralelos con la historia de Jonás, en la que Dios lo llama a ir también “al otro lado”, pero el profeta decide ir en la dirección contraria, y allí se encuentra luego en medio de una tormenta en el mar. 

Ya mencionamos que lo primero que aprendemos en la tormenta es que las apariencias pueden ser engañosas. Si no has leído parte 1 y 2 te invito a que lo hagas primero. 

Entonces, ¿qué otra cosa nos muestran las tormentas?

Fíjense que en ambos casos, la tormenta era algo que estaba fuera del control de los que estaban allí. No importara que fueran expertos en navegación, en usar botes, o en la pesca, la tormenta era muy fuerte para ellos. En ambos casos, vemos la desesperación de lidiar con algo más grande que ellos. 

Cuando enfrentamos situaciones así, la ilusión que tenemos del control comienza a desaparecer, y nos golpea de cantazo la realidad de lo poco que realmente controlamos. Un choque con la realidad. 

Las tormentas nos muestran nuestra 

incapacidad de ser autosuficientes, 

de salvarnos a nosotros mismos. 

Buscamos, así como los discípulos y los marineros en la otra historia, cualquier posible solución para resolver la situación, para salvarnos a nosotros mismos, pero nos damos cuenta que nada funciona. Plan de emergencia, estrategia de supervivencia, etc.

¿Qué terrible es sentirse así? Como que nada funciona, nada parece resolver la situación. Nos agotamos, nos frustramos y a veces nos rendimos.

Algunos dicen que Dios nunca te permitirá experimentar algo que no puedas manejar. Difiero. El pasaje en cuestión es 1 Coritnios 10:13. Pero eso no es lo que dice el texto. Por un lado, en el contexto del pasaje tiene que ver con la tentación, y el mensaje es que en su gracia, nunca nos dejará solos. Pero hay situaciones que tú y yo vivimos que claramente son más de lo que podemos manejar en nuestra propia fuerza. 

La tormenta era mucho más de lo que estos marineros expertos podían manejar. Pero… y ese pero debe ser bien grande. Algo así: 

PERO(Sí, así está mejor.) 

Pero, no están solos.  

Luego de encargarse de la tormenta (ya veremos eso en detalle), Jesús también tiene preguntas que hacer. 

La primera pregunta fue: ¿por qué tienen tanto miedo? 

Vamos a ser un poco justos aquí. Si esa historia hubiese sido en este tiempo, Pedro tal vez hubiese salido con un “Jesús, ¿en serio hay que explicarte?”. Pero me parece Jesús está haciendo algo más que solo una pregunta obvia. Creo que en la pregunta hay algo de ir detrás de la emoción. No solo es decir no tengan miedo o no deberían tener miedo, es que nos preguntemos ¿por qué? 

¿Cuál es la raíz del miedo? ¿Qué está detrás del miedo? Esa es la pregunta importante. Dios puede usar las emociones para llamar nuestra atención, pero solo si estamos atentos. Un buen  primer paso es nombrar la emoción, reconocerlo. El próximo es buscar ir más allá. 

Ir al otro lado incluye mucho más que cruzar un lago. 

El miedo no parece ser un tema ‘espiritual’. Sin embargo, Jesús diagnosticó el estado de los discípulos como uno de miedo. Claro, es verdad que estaban en una situación de peligro, pero pienso que Jesús aprovechó la tormenta para mostrarles algo que era más profundo. 

Rob Reimer en su libro El Cuidado del Alma dice: 

“Ya sea que nosotros veamos el miedo en nuestros corazones o no, Dios lo ve. Él sabe que es uno de los factores primarios que afectan el comportamiento de su pueblo. Por eso el mandato más común en la escritura es “no temas”. Si Dios lo ha hecho el mandato más común, ¿cuán grave será el miedo en nuestro desarrollo espiritual? Es un problema fundamental en nuestro desarrollo...Mientras menos reconozcamos el miedo y su impacto en nuestras vidas, más problemático será. En nuestros miedos, frecuentemente pecamos. Fallamos en seguir a Dios.” 

Más adelante concluye: “podemos actuar en miedo o podemos actuar en fe, pero no podemos hacer ambas”. 

La segunda pregunta que Jesús les hace es ¿todavía no tienen fe? 

Jesús acaba de hacer un milagro. Los discípulos estaban espantados todavía. Imagino que alguno de ellos pensaría, “disculpa Jesús, ¿puedes repetir la pregunta?”  

Dios anhela liberarnos de nuestros miedos, y movernos de miedo a confianza, a fe, a entrega, a dependencia. Las tormentas nos muestran nuestra realidad, sirven para notar muchas cosas acerca de nuestra condición. La diferencia es cómo respondemos a esa nueva consciencia. Podemos llenarnos de temor y paralizarnos, o podemos mirarlo a él, como nuestro único Dios, nuestro refugio, nuestro libertador. 

Imagina por un momento cómo sería tu vida si fueras libre de tantos miedos. Si comenzaras a moverte de miedo a fe. Si escucharas las preguntas de Jesús no como un regaño sino como una invitación. 

No se trata de nunca sentir miedo, sino de reconocerlo, y hacernos las preguntas difíciles. ¿Por qué tengo miedo? ¿Qué es lo que está detrás de mi miedo? ¿Todavía no tengo fe?

Luego de procesar nuestro miedo, podemos decidir actuar basado en la fe. No actuar basados en lo que nosotros podemos traer a la mesa, sino en lo que Jesús ya ha hecho y aún quiere hacer en nosotros, por nosotros, y a través de nosotros. Después de todo, se metió en tu bote. No estás sola, no estás sola. 

Sí, las tormentas nos muestran nuestra incapacidad, pero no se acaba ahí la lección. Hay algo más. Pendientes a la parte 4. 

Ahora es que esto se pone bueno. 

(image from markdejesus.com)

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